• Las mediciones se ejecutan en cada una de las siete etapas por las que pasa el recurso para garantizar y asegurarse de que cumple con todos los estándares de la exigente norma chilena.
Con un promedio de más de 27.500 análisis mensuales, Esval monitorea la calidad del agua potable de la Región de Valparaíso, desde que es captada en la fuente, hasta llega a los más de 700 mil hogares que reciben el servicio.
El gerente regional de la sanitaria, Alejandro Salas, detalló que “como parte del proceso de potabilización y control de producto, realizamos cerca de mil chequeos diarios para garantizar que el agua que llega a las familias de la región sea segura y cumpla con los estándares de calidad más estrictos. Para esto, trabajamos en estrecha colaboración con laboratorios certificados que verifican que el agua esté libre de impurezas y cumpla con la normativa chilena, que es una de las más exigentes del mundo”.
El proceso de potabilización de Esval consta de siete pasos clave, cada uno diseñado para eliminar impurezas y garantizar que el agua sea segura para el consumo humano. Las fases son: Captación; Desarenación/Decantación; Floculación y Coagulación; Sedimentación; Filtración; Desinfección; y Fluoración
Debido a los efectos de la sequía, este procedimiento ha ido variando, ya que cada día es más necesario encontrar fuentes de agua subterránea. Esta significa una mayor inversión, ya que los pozos requieren un sistema mecánico de extracción y muchas veces de extensión de tuberías para llegar a nuestras plantas de producción. Además, el tratamiento también varía, pues el recurso superficial llega con materia orgánica y la subterránea está más expuesta a contaminación de nitratos y metales. Asimismo, mientras más cercana sea esta fuente al mar, también se deben incluir nuevos procesos de tratamiento, lo que eleva el gasto de energía y la complejidad por las aguas de descarte que generan estos tratamientos.
“Desde la fuente hasta las redes de distribución, realizamos análisis químicos y bacteriológicos. Estas pruebas iniciales son fundamentales para determinar el tratamiento necesario en cada planta, el cual es supervisado por la Superintendencia de Salud. La entidad también recibe mensualmente el plan que se llevará a cabo durante ese periodo, que varía según el estado del agua en los ríos y pozos”, añadió Salas.
La purificación del agua, desde la toma de muestras iniciales hasta su llegada a los hogares, demora aproximadamente dos horas en promedio. Este tiempo incluye el análisis en laboratorios certificados por el Instituto Nacional de Normalización (INN) y la estrecha colaboración con el laboratorio Biodiversa, quienes están a cargo de los programas de muestreo y análisis.
“Chile es uno de los dos únicos países del continente (junto a Costa Rica), y el único en Sudamérica, en los que es seguro tomar agua de la llave, ya que contamos con rigurosas normativas que regulan y controlan su calidad. Por ello, en Esval tenemos un equipo de especialistas que día a día se aseguran de que el suministro que entregamos a las familias de la región sea seguro”, cerró el ejecutivo.