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Francisco expresó su dolor y vergüenza ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia

16 de enero de 2018

Con la Ceremonia de Recepción Oficial en el Palacio de La Moneda comenzó su segunda jornada en Chile el papa Francisco, quien llegó este lunes 15 de enero al país en el marco de su el 22° Viaje Apostólico internacional que lo llevará a recorrer seis ciudades de Chile y Perú.

El Pontífice realizó el trayecto desde la Nunciatura hasta la sede de Gobierno en auto cerrado, recibiendo a su paso el saludo de la gente. A su llegada a la sede de Gobierno, fue recibido en la plaza de la Constitución por la Presidenta Michelle Bachelet.

Tras recibir los correspondientes honores militares, se interpretaron los himnos nacionales de Chile y de Ciudad del Vaticano.

Posteriormente el Papa entró al palacio, específicamente al patio de Los Naranjos, donde se realiza la actividad, con la participación de autoridades, representantes de la sociedad civil y del Cuerpo Diplomático. También se encontraba presente el Presidente electo de la República, Sebastián Piñera, y su esposa.

«Este Chile es otro, papa Francisco»

En su discurso, la Presidenta Bachelet lo llamó «amigo» y recordó que el Papa conoce bien Chile. «Estamos orgullosos de lo que hemos construido juntos. Somos una sociedad madura que valora su democracia y que está consciente de sus carencias y desafíos», señaló la Mandataria.

Agregó que el Gobierno quiere poner a las personas en el centro del desarrollo «Su visita nos hace bien, para mirar al otro, para reflexionar sobre lo que hacemos», apuntó.

Valoró las sabias palabras del Pontífice en defensa de la paz y la unidad. «Lo recibimos con mucho ánimo y esperanza, y no me cabe duda que así se lo harán sentir miles y miles», sostuvo la Jefa de Estado.

Recordando la visita que hizo Juan Pablo II durante la dictadura, Bachelet dijo al Papa que Chile es otro, «hemos transitado por caminos de paz y justicia (…) y ha sido posible fortalecer la democracia con más libertades y más transparencias».

Las situaciones desafiantes de los pueblos originarios, de la infancia vulnerada y de los migrantes también fueron mencionadas por la Mandataria. «Tenerlo entre nosotros, papa Francisco, es un privilegio y un genuino estímulo para seguir la ruta de mayor justicia y bienestar que demandan los ciudadanos», aseveró.

Agradeció la labor cumplida por la Iglesia en defensa de los derechos humanos durante el régimen militar y la mediación del Papa Juan Pablo II que evitó un conflicto armado entre los pueblos hermanos de Chile y Argentina.

Intervención del Papa Francisco

En su discurso, el Papa dijo que es una alegría poder estar nuevamente en «esta querida tierra chilena que ha sabido hospedarme y formarme en mi juventud; quisiera que este tiempo con ustedes fuera también un tiempo de gratitud por tanto bien recibido».

Envió un saludo y abrazo a todo el pueblo chileno: «La diversidad y riqueza geográfica que poseen nos permite vislumbrar la riqueza de esa polifonía cultural que los caracteriza».

Tras agradecer la presencia de las máximas autoridades del Estado, saludó también al Presidente electo, Sebastián Piñera Echenique. Sostuvo que «Chile se ha destacado en las últimas décadas por el desarrollo de una democracia que le ha permitido un sostenido progreso».

Citando al cardenal Raúl Silva Henríquez, recordó que la «patria no comienza hoy, con nosotros; pero no puede crecer y fructificar sin nosotros. Por eso la recibimos con respeto, con gratitud, como una tarea que hace muchos años comenzaba, como un legado que nos enorgullece y compromete a la vez»

«No podemos conformarnos mientras otros hermanos sufren»

Añadió el Pontífice que cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. «El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos».

Añadió que los chilenos hemos de seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad lugar de encuentro para todos. «Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una familia, llamada Chile: generoso, acogedor, que ama su historia, que trabaja por su presente de convivencia y mira con esperanza al futuro». Citó palabras de san Alberto Hurtado: «Una Nación, más que por sus fronteras, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua o sus tradiciones, es una misión a cumplir».

Al mismo tiempo, invitó a escuchar: «escuchar a los parados [los desempleados], que no pueden sustentar el presente y menos el futuro de sus familias; a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación. Escuchar a los migrantes, que llaman a las puertas de este país en busca de mejora y, a su vez, con la fuerza y la esperanza de querer construir un futuro mejor para todos. Escuchar a los jóvenes, en su afán de tener más oportunidades, especialmente en el plano educativo y, así, sentirse protagonistas del Chile que sueñan, protegiéndolos activamente del flagelo de la droga que les cobra lo mejor de sus vidas. Escuchar a los ancianos, con su sabiduría tan necesaria y su fragilidad a cuestas. No los podemos abandonar».

Dolor y vergüenza por abuso de sacerdotes a menores de edad

Y agregó: «Escuchar a los niños, que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad. Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir». La frase fue interrumpida por los aplausos de los asistentes.

Al mismo tiempo, invitó a una preferencial atención a nuestra casa común, fomentando una cultura que sepa cuidar la tierra y para ello no conformarnos solamente con ofrecer respuestas puntuales a los graves problemas ecológicos y ambientales que se presentan. «La sabiduría de los pueblos originarios puede ser un gran aporte. De ellos podemos aprender que no hay verdadero desarrollo en un pueblo que dé la espalda a la tierra y a todo y a todos los que la rodean. Chile tiene en sus raíces una sabiduría capaz de ayudar a trascender la concepción meramente consumista de la existencia para adquirir una actitud sapiencial frente al futuro».

A juicio del Pontífice, el «alma de la chilenía es vocación a ser, esa terca voluntad de existir. Vocación a la que todos están convocados y en la que nadie puede sentirse excluido o prescindible. Vocación que reclama una opción radical por la vida, especialmente en todas las formas en la que ésta se vea amenazada».

Finalmente, agradeció la invitación de poder «venir a encontrarme con ustedes, con el alma de este pueblo; y ruego para que la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile, siga acompañando y gestando los sueños de esta bendita nación».

Tras la recepción, el Papa Francisco y la Presidenta Bachelet se sostuvieron una reunión privada en el Salón Azul del Palacio de La Moneda.

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